En este país de centros comerciales
y tiendas de compras especializadas en donde la competencia es cada vez mayor y
cuyo campo de atracción es cada vez más potente ante los consumidores al punto
que nos han llevado a recurrir a sobrepasar nuestros ingresos para saciar
nuestros “caprichos”. Un almacén en particular llama la atención ALKOSTO por su
reconocimiento y alta variedad en electrodomésticos y bienes de alta tecnología.
Como cualquier consumidor me acerque
a la caja a cancelar, en ese momento,
casi imperceptible de todo lo que giraba alrededor con mi mente y mis ojos en
la cuenta de la caja registradora, por aquello de la falta de efectivo y quizá
la vergüenza de quedar “empeñado” en el almacén. Cuando la cuenta sobrepasaba
lo que mis bolsillos contenían, decidí parar y pagar lo que me mi bajo poder
adquisitivo me permitió.
Sin precedentes suena un timbre y
todos se quedan mirándome en el almacén, en ese momento pensé, quizá algún
producto no tiene, el código de barras, sin intenciones de hurtarlo y sin nada
que temer, pregunte ¡Que pasa?, a lo que la señorita de la caja me contesto
usted ha sido un feliz ganador del valor de la mitad de su compra. Cada 50
clientes hay un ganador y ese es usted. Con gran alegría recibí mi bono de
compra por la mitad del valor de mi compra, básicamente 600.000 pesos, un
regalo que hoy nadie puede despreciar.
Aunque debo reconocer que la alegría
en ese momento se convertiría en desdicha más tarde, con el valor del bono de compra,
adquirí una lavadora para mi mamá, y sin mayores detalles me dijeron que la
llevaban a mi casa, razón por la cual no me preocupe y sentí gran admiración
por un almacén que se entrega por completo a sus clientes, Aunque días después
preocupado porque no aparecían con mi lavadora llame a consultar acerca del
envió. Oh sorpresa para mí que me indican que habían cancelado la entrega,
mediante una llamada. La pregunta inmediata es porque querría yo o algún
familiar llamar a cancelar el envío. Entonces me dijeron que no había problema
que se enviaría mi producto lo más pronto posible.
Paso el tiempo y mi paciencia se
agotó decidí llamar nuevamente a averiguar lo sucedido, con la preocupante
respuesta de que no existían inventarios de la referencia de la lavadora que yo
había escogido. Que debía acercarme al almacén y cancelar 50.000 pesos
adicionales para llevar otra que en el momento se encontraba disponible, que
está contaba con una mayor cantidad de libras.
Ofendido me dirigí a ALKOSTO de la
avenida 68, sin saber que pensar de una empresa que se presume respetable y de
amplio conocimiento, acerca de sus estrategias de fidelización de sus clientes.
Grandes reflexiones debe hacer una hipertienda
acerca de las promesas que hace y el cumplimiento de las mismas pues vendedores
hay muchos y la competencia es cada vez mejor.
RUBEN DARIO PULIDO HENAO
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